domingo, 22 de enero de 2012

"LA COMARCA DEL PARAISO PERDIDO" Caso 446



Eran las tres de la mañana cuando una dulce voz se acercó al capullo de hojas de dormidera y dijo suavemente:

-Si quieres conocer la tierra del viento al revés debes levantarte ahora. ¡Hay mucho que andar!, sobre la mesa hay jugo de totí y pan de piquito.

-¡Hola! ¿Ya estás lista?

-Si.

La Pulga Siniestra se lavó la cara y luego de asearse se acercó y tomó un sabroso jugo de totí. También compartió un poco del pan de piquito con la madrugadora Himara y luego de colocarse su chaleco comenzó la larga caminata.
Himara llevaba un cristal hueco con una luciérnaga que refractaba muchas luces de colores cual un prisma. Al mismo tiempo la luz reaccionaba con el camino, el cual al recibir el rayo de luz, brillaba en la oscuridad como un espejo deslumbrante.

-¡Que hermoso!, ¡i Si todos los caminos fueran así, yo siempre viajaría de noche!

-¡Silencio!

Dijo Himara en tono muy bajito.

-Puedes despertar al señor carnavalito

La Pulga Siniestra miró aquel extraño ser que Himara señalaba y en tono muy bajo preguntó:

-¿Acaso es un gusano de colores?

-No, -respondió Himara en el mismo tono-, es transparente, lo que sucede es que cada uno de los anillos de su cuerpo toman el color del fruto que come. Si come carmelandia toma una coloración roja, si come tamarilandia el otro toma una coloración marrón, si come berrolandia el otro anillo toma una coloración verde. Este por ejemplo ha comido: Piñolandia, uvalandia, madarilandia, piñolandia, carmelan…

-Si, si, ya entendí. ¿Y por qué hay tantos zapatos de tenis en el suelo?

-¿Cómo crees tú que va a ir descalzo por el bosque?

-Cierto.

El camino estaba repleto de flores de colores y matices indescriptibles. Algunas se abrían y cerraban cual si estuvieran respirando. Otras, con sus estambres amarillos en la punta, se mecían al compás de nuestros pasos cual si llevaran el compás.
Ya estaban los primeros rayos de sol despuntando en el cielo cuando Himara, dirigiéndose a la luciérnaga que nos ayudó con su luz, le dijo:

-Gracias.

La luciérnaga emitió un cordial Biiip y salió volando dejando un humito color naranja.

-Nosotros vamos hacia allá.

Himara señaló un volcán inmenso e imponente. El volcán ya estaba extinto y no representaba ningún peligro.

-Primero iremos a la cueva de los escalofríos, luego a la boca del volcán por los pasajes del escalofrío, luego viajaremos en ala tapón sobre las ventoleras escalofriantes hasta llegar a la playa de las tortugas corredoras.

La Pulga Siniestra había visto muchas cosas extrañas, pero este paseo era verdaderamente algo nuevo para su comprensión.
Siguieron caminando hasta que llegaron a la entrada de una cueva. Allí había un letrero que decía: “Aquí solo hay oro, diamante, piedras preciosas”.
Entraron en la cueva y efectivamente las paredes estaban llenas de zafiros, rubíes, oro y mas adelante un río color esmeralda porque su fondo era todo de esa piedra preciosa. Allí no hacía falta tener linterna pues un pequeño rayo de sol que iluminara en la entrada, rebotaba con su luminosidad en todas piedras preciosas aumentando su claridad.

-¡Que hermoso es esto Himara! ¿Quién descubrió estas cuevas?

-Fue un joven Momificatus Perpetuos, que tratando de escapar de un pajarraco gigantisimus se escondió aquí y gracias a eso salvó su vida. Mira

La Pulga Siniestra volteó hacia donde Himara señalaba y leyó: “Gracias a esta cueva descubrí el túnel del escalofrío. Fue maravilloso”

-¿Dónde queda en túnel del escalofrío?

-Ven.

Apenas dan unos pocos pasos cuando una suave pero fría brisa provoca que cada uno de sus pelos se ponga de punta.
-¡Vaya!, Así es que por esto la llaman la cueva de los escalofríos.

-Sigamos por este pasaje.

Era otro túnel que a medida que andaban se iba poniendo mas pequeño.

-¡Oye! ¡Ya casi no podemos avanzar más! Y la brisa se concentra para convertirse en un fuerte y frío viento.

El túnel se había convertido en una especie de embudo natural y el frío viento soplaba despeinando a Himara y revolviendo la chaqueta de La Pulga Siniestra. Himara saca dos pañuelos de su bolso de musgo sedoso, al tiempo que le indica a La Pulga Siniestra que agarre fuertemente las cuatro puntas.
De repente, el pañuelo se abre y la fuerte brisa los eleva rápidamente hasta expulsarlos por una fumarola del volcán. Luego, al salir de su torrente el pañuelo actuaba como paracaídas, pero de pronto, otra fumarola de aire helado los elevaba y volvían a flotar y así estuvieron por bastante rato, subiendo y bajando, riéndose y disfrutando de la espectacular vista que desde las alturas tenían de la comarca.

-Ya entendí por qué le dicen la tierra del viento al revés.

  Al fin una fumarola los hizo dar muchas vueltas en el aire y poco a poco fueron cayendo, con mucha suavidad a la orilla de la más preciosa playa en la que jamás La Pulga Siniestra había estado.

-¡Que arena tan suave, fina y blanca! ¡El mar es a la vez azul y cristalino!. ¡Desde aquí puedo ver los peces! ¡Las palmas con sus racimos de piñas de penachos de cambur y los cocoteros de concha delgada! ¡Y tú, Himara!

-¿Qué te pareció el paseo?

-¡Perfecto!

Al decir estas palabras La Pulga Siniestra tomó la mano de Himara y mirándola a los ojos le dijo:
-Eres maravillosa.

Himara bajó la mirada ruborizada. Al tiempo La Pulga Siniestra puso su mano en la barbilla de Himara, acercándose a ella y cerrando ambos los ojos… ¡Zass! De la nada apareció un pajarraco que arrebató el momento de ensueño de ambos. La Pulga Siniestra reaccionó con la velocidad del rayo. Sacó de su saco su pistola de redes para rescates oportunos, disparó y rescató de las garras de la malvada criatura a Himara. Lo que sigue no se puede describir en este capítulo debido a que las escenas son muy cruentas, pero dice la historia que nunca nadie había visto a La Pulga Siniestra tan de mal genio. También dicen que alguien que observaba el cielo en aquel momento descubrió un cometa en forma de ave, pero aún no ha sido confirmado. Otros dicen que unos pescadores vieron en una solitaria isla a un pajarraco maltrecho emitiendo señales de SOS, pero no pudieron ayudarlo porque la resaca era muy fuerte.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado. Pasó por un zapatito roto y la próxima semana te cuento otro.

Recuerda: “Todos los niños son buenos y siempre han sabido que tener buenos sentimientos es mejor que el oro, los diamantes y las piedras preciosas”.  


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