domingo, 6 de noviembre de 2011

"UN PROYECTO ULTRA SECRETO" Caso 110


“UN  PROYECTO  ULTRA  SECRETO”  Caso 110

Aníbal era reconocido como el mejor sastre de la comarca después de Doña Adela la tejedora, Ruperto el botonero y Elizabeth la zurcidora. El establecimiento donde trabajaba era un poco pequeño para atender a la gente. La máquina de coser estaba en un rincón, mucha tela apilonada encima de un pequeño mostrador de madera y colgando de unas barras en el techo una gran cantidad de trajes, algunos ya terminados, esperando a ser retirados por los clientes.
Aquella mañana, Aníbal estaba bastante emocionado pues sería el día en que toda la comarca se sorprendería con su proyecto secreto. Habían sido tantas las veces que Doña Tecla le decía:”Aníbal, con todo ese espacio que tienes detrás del taller y mira como tienes todo apiñado aquí”, o Germán: “¡Tienes un gran espacio atrás y no lo aprovechas!”. Pero Aníbal siempre sonreía y tenía siempre la misma respuesta: “Detrás de esa puerta está un proyecto secreto que cuando lo muestre sorprenderá a la comarca y todos sus alrededores”.
Aníbal se sentó detrás de la máquina de coser y comenzó la faena del día; entretanto pensaba: “Mañana será sábado, tendré el día libre y será el momento en que acabaré mi proyecto y en domingo temprano lo podrán ver en toda la comarca y seré muy famoso”.  En ese momento…

-¡Buenos días Aníbal! ¿Están listos mis pantalones verdes?

-Si, ya se los traigo don Chucho.

Aníbal descolgó un hermoso pantalón verde perico con unos listones a los lados color dorado y dijo:

-¿Qué le parece Don Chucho?

-¡Están perfectos!

-¿Cuánto le debo Aníbal?

-Son seis lupinos con tres comarqueños.

-Bien, están verdaderamente fantásticos.

Don Chucho usaba siempre esos pantalones con la chaqueta de pingüino roja para los desfiles del día de la comarca. El siempre iba al frente con su batuta llevando el compás de la banda y con su paso marcial imprimía al desfile un aspecto muy singular.

-Toma Aníbal

-Gracias Don Chucho.

-¡Oye Aníbal! ¿Irás este año al desfile? Siempre te la pasas allá escondido detrás de esa puerta y nunca sales a divertirte. –Decía Don Chucho mientras señalaba la parte de atrás del estrecho local- ¿Vendrás?

-Este año Don Chucho, no faltaré.

-¡Que bueno! Estaré pendiente de ti.

Don Chucho salió del local entonando la marcha de la comarca a la vez que llevaba el compás marcial con sus pies.

-¡Ah Don Chucho este! Solo vive para el desfile de la comarca.

Aquel día se había hecho muy largo, quizás haya sido la impaciencia o el deseo de Aníbal de que llegara el sábado para concluir su proyecto. Pero al fin, llegaron las cinco. Cerró con cuidado la puerta del local y colocó a la vista de todos el letrero que por tanto tiempo había colocado y que decía “Cerrado por invento”. La gente siempre decía: “Pobre Aníba,l trabajar en ese espacio tan pequeño lo está volviendo un poco loco”
Después de cerrar, Aníbal recogió del suelo unos pedazos de tela de diferentes colores, tomó su mejor aguja, un carrete de hilo triplemente reforzado y llegando hasta la puerta detrás del negocio, vio con cautela que nadie mirara y utilizando la llave colgada a su cuello, abrió cuidadosamente la puerta.
Pasaron muchas horas y cuando el cucú sonaba las doce, nuevamente salió Aníbal con una sonrisa de inmensa satisfacción en el rostro. Cerró la puerta nuevamente con llave y luego de tomar una taza de choco comarca caliente, se fue a dormir.
Al día siguiente, muy temprano, Aníbal se levantó muy contento. Pocas veces se le veía tan feliz. Se colocó un sombrero hecho de tela de cuadros azules y amarillos, unos lentes de buceo y un sobretodo color mamey. Entró a la sala secreta y comenzó a hacer los preparativos para mostrar a toda la comarca su invento.
Cuando la gente pasaba frente a su negocio, se oía algo como unos chorretones de aire que salían de alguna parte, al principio se asustaban un poco, pero luego decían: “Son los vapores de la plancha de Aníbal, seguramente tiene mucho trabajo”
Como todos los años el desfile comenzó con mucho entusiasmo, los caballos, los payasos, los niños con sus disfraces de perros chucutos y los perros con sus disfraces de niños en pañales, papelillos, caramelos, músicos y delante de todos ellos y abriéndose paso por la calle principal de la comarca, Don Chucho con su batuta marchando al compás de la banda marcial. A los lados de la calle la gente apiñada, con golosinas, helados y multitud de globos de colores por todas partes. Parecía que este año el desfile sería el mejor de todos los realizados en la comarca.
Iban todos contentos marchando por la calle y los niños por la acera imitando la marcha de Don Chucho, que se lucía haciendo cualquier cantidad de piruetas con la batuta. De pronto, cuando pasaban frente a la casa de Aníbal, el desfile se paralizó y todos enmudecidos comenzaron a ver como el techo de la parte de atrás del negocio de Aníbal se iba abriendo por el medio y a medida que esto sucedía salía de allí una inmensa bola de miles y miles de colores hechos de pedazos de tela cosidos entre sí, luego fueron saliendo de él unas cuerdas y al final de ellas una cesta y en la cesta Aníbal. Todo el pueblo estaba impávido, nadie podía gesticular nada. De repente un niño dijo:

-¡Miren, Aníbal está volando!
De repente explotó una gran algarabía y la música comenzó a sonar aún más fuerte. Desde la cesta Aníbal saludaba a todos con su mano y al mismo tiempo la comarca respondía el saludo.
El desfile continuó y Aníbal desde arriba y lleno de muchísima emoción lo contemplaba. Pasado un tiempo Aníbal tomó la palanca de descompresión para hacer bajar el globo, pero no se sabe porqué, si fue la emoción o los nervios, pero la palanca se rompió justo en el momento que sopló una fuerte brisa y todos vieron en la comarca como el globo con Aníbal se perdía en el horizonte.
El teléfono de La Pulga Siniestra sonaba incesantemente…

-Si, soy yo, tranquilo lo vi todo, yo también estaba en el desfile. Tercera fila de los payasos, me cambio de ropa y voy a rescatarlo.

Como de rayo La Pulga Siniestra tomó su espectrómetro unidireccional para ventarrones y realizó unos cálculos direccionales de los soplidos sorpresivos para determinar el punto de impacto.

¡Uy! ¡Esto está serio!

Mientras tanto Aníbal veía como la comarca se perdía de vista y aquel enorme árbol estaba cada vez más cerca de él.

-¡Voy a estrellarme!

Un pájaro pasó muy cerca de él, lo vio con tristeza y exclamó:

-¡Pío!

La rama mas alta de aquel árbol se enredó en la cesta, el globo se bamboleaba como queriendo soltarse pero no lo logró y cataplum, las cuerdas se rompieron, el globo siguió volando hasta el mar y Aníbal se quedó allá como a cincuenta metros de altura, con frío, sin comida, solo y triste por haber perdido su globo.

Unas ardillas fueron las primeras en llegar a la cesta, estaban sorprendidas al ver aquel sujeto que llegaba del aire justo a la puerta de su casa. Aníbal se dio cuenta de que con parte de la cesta tapaba la entrada y con cuidado se movió a un lado, la cesta se inclinó y las ardillas pudieron entrar a su casa no sin antes lanzar una mirada de desprecio al intruso.

-¡Caramba, qué he hecho!

-Nada malo querido amigo

-¡Pulga Siniestra! ¿Cómo llegaste? ¿Cómo…?

-Lo vi todo, yo era el payaso de la tercera fila. ¿Estás bien?

-Si, estoy bien. Solo fue un gran susto.

-Bien, primero te ayudaré a salir de la cesta.

La Pulga Siniestra ayudó a Aníbal a salir de la cesta que se movía peligrosamente entre dos ramas. Apenas Aníbal salió, la cesta cayó al vacío.

-¡Que suerte!, si no hubieras venido a auxiliarme me hubiera caído desde aquí arriba.

-Bien, bajemos poco apoco.

Y así, guiado por La Pulga Siniestra, Aníbal llegó hasta el suelo.

-¿Cómo fue eso del viaje en globo?

-Yo hice durante mucho tiempo ese globo con retazos de tela que me iban sobrando de los encargos, porque creo que la gente de la comarca no me aprecia y quería demostrarles a todos lo que soy capaz de hacer.

-Creo que estás equivocado. Todos en la comarca te queremos y cuando te pasó esto mi teléfono casi se revienta de tantas llamadas para que te ayudara.

-He sido un tonto y muy imprudente. Ahora entiendo que la gente me decía que ampliara el negocio no para burlarse de mí, sino para que yo estuviera mejor.

-Si, así es, todos te queremos.

Y pasándole un brazo por el hombro La Pulga Siniestra le dijo:

-Ven vamos a casa.

Estaba amaneciendo cuando La Pulga Siniestra llegó con Aníbal a la comarca. Todos estaban en vela esperando al amigo perdido. La algarabía se despertó de nuevo al verlo sano y salvo. Y dice la historia que ese día se declaró festivo en la comarca y se realizó otro desfile mas hermoso.
Por otra parte, Aníbal amplió su negocio y ya no le importa mucho ser el mejor sastre de la comarca, porque ahora sabe que es el más querido de todos.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado. Pasó por un zapatito roto y la próxima semana te cuento otro.

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