domingo, 20 de noviembre de 2011

"LA MAQUINA DEL TIEMPO" Caso 081

La Pulga Siniestra se encontraba en su laboratorio haciendo los últimos ajustes en el sillón de partículas energizantes de traslados no espontáneos. Dio una última mirada a la fecha de caída y exclamó:

-¡Por fin! Ya he terminado, ahora me colocaré el traje de viajero y fijaré en el reloj del sillón de partículas el tiempo de partida.

La Pulga Siniestra había trabajado los últimos tres años en sus ratos libres en este proyecto ultra secreto de viajar en el tiempo. Desde muy pequeño quiso descubrir como serían las cosas luego de su partida al lugar de nunca jamás y su deseo estaba a punto de cumplirse.
Se colocó su traje de goma sideral y unos lentes antireflejos espectrales y lleno de emoción se sentó en el sillón de partículas, se colocó el cinturón, miró su laboratorio una vez más, verificó el año 3.753, pasó la palanca aceleradora de partículas alfa…Todo comenzó a vibrar, luego un zumbido, luces de colores, apretó las manos al soporte del sillón y en menos que canta un gallo y envuelto en una nube de humo todo se hizo silencio. Pasaron unos minutos y cuando la niebla se disipó miró la fecha. Había una luz que parpadeaba en rojo marcando “AÑO 3.753”

-Parece que todo ha salido bien.

Revisó su traje y verificó que todas sus moléculas estuvieran en su lugar, no sea que como tantos otros haya perdido parte de su equipo en el viaje por la dimensión tempórica del tiempo inconmensurable.

-¡Que bueno! Todo está completo.

La Pulga Siniestra comenzó a mirar hacia los lados…

-¡Pero si ni siquiera me ha movido!, sigo en mi misma casa. Este experimento ha fallado. Tendré que revisar nuevamente los cálculos exponenciales y geométricos a ver dónde está el error.

Desilusionado, se quitó el cinturón de seguridad y salió a buscar una taza de café a la cocina, pues la noche sería muy larga.
¡Sorpresa! La sala de la casa estaba llena de gente con apariencia muy extraña. Trían puesto unos trajes de microtejido modular binario futurista y las damas tenían cascos con pelucas incorporadas y botas que no dejaban huellas porque se mantenían separadas del suelo varios centímetros.
Un hombre le tocó el hombro y le dijo:

-Aldro, ¡Que día tan largo ha sido este!, cámbiate la ropa y nos vemos mañana.

La Pulga Siniestra no entendía que estaba pasando, ¿Qué hacía toda esta gente en su casa? ¿Por qué sus cosas estaban en exhibición dentro de unas mesas con vidrios encima? Se acercó a una de las mesas. Había una inscripción que decía: “Libro de Casos de La Pulga Siniestra”. En la pared había una placa muy brillante en la que se podía leer: “Esta casa perteneció a La Pulga Siniestra, el mejor investigador de todos los tiempos y el único que pudo descubrir el secreto jamás dicho”
¡Si, se había trasladado en el tiempo! ¡Su casa era un museo que muchas personas visitaban! Por suerte aún después de tantos años y gracias a un encantamiento que le obsequió el mago de Alí Babá, no habían descubierto la puerta del laboratorio secreto.
Encontró un traje muy parecido al que llevaba la mayoría de los hombres y se lo puso. Era un tejido tan suave que parecía que estuviera sin ropa. A la vez era térmico, si hacía calor se ponía fresco y si hacía frío se ponía calentito. Los zapatos parecía medias plateadas y no tocaban el piso y cuando te los ponías se ajustaban igual que la ropa al tamaño del cuerpo y mientras los tenías puestos te iban dando un masaje desestresante a medida que cambiaba tu estado de ánimo.
Salió de la casa y quedó maravillado. Si, su idea de la flotabilidad por mayor masa se podía aplicar inversamente, en contraposición a la Ley de Gravedad y las cosas, con un pequeño microprocesador giroscópico, podían levitar y con cero consumo energético. De echo, frente a él, se encontraba una enorme bola de cristal flotando en el aire que decía: “Universidad de tejidos nanoconductores”.
El paisaje había cambiado en la comarca. Donde estaba la panadería había un gran súper abasto: “Atendido por sus propios dueños por mas de cincuenta generaciones”. La Plaza de la comarca flotaba en el aire y debajo había una pista de patinaje con patines sin ruedas. La heladería vendía helados tibios para que los niños no tuvieran nunca gripe y pudieran comerlos a toda hora. Unos robots voladores en forma de cigüeñas eran los trabajadores del supermercado y en vez de llevar niños en las mochilas, llevaban los despachos a las casas. No habían carros, pues todos llevaban trajes antigravitacionales para trasladarse y aquellos que iban a viajar lejos pagaban dos chupulunes y de inmediato eran desmolicurizados y en forma instantánea aparecían en el sitio al cual querían ir.
Las mamás ya no se preocupaban de dar biberón o comida a los niños pues la comida para ellos siempre era con sabor a caramelos.
La Pulga Siniestra vio a una señora gorda entrar en una tienda de ropa y a los pocos minutos la vio salir con un traje especial que sin hacer ninguna fuerza le puso la silueta de una joven de veinte. Miró hacia arriba y leyó: “Se planchan arrugas”. Allí entraba la gente vieja y salían en pocos minutos como jóvenes.
Se fue al parque, se sentó en un asiento y allí fue cuando notó que todo no era tan perfecto. Oía a los pájaros pero no podía verlos, oía a los perros pero no los veía, hasta que lleno de curiosidad preguntó a un señor que levitaba cerca de él:

-¿Y los animales dónde están?

-Hace varios siglos que ellos desaparecieron por causa del hombre y su imprudencia.

-¿Qué pasó?

-Cuando llegó la era de los nanorobots, los comerciantes promocionaron muchas mascotas virtuales, desde perros hasta jirafas de cuello corto. De inmediato el auge de esos productos desplazó el interés en los animales, los zoológicos desaparecieron y muchos animales fueron abandonados y poco a poco se extinguieron. Con el transcurrir de los siglos el hombre comprendió su gravísimo error, pero ya era tarde.

-¡Que historia tan triste! ¿Y el zoológico de la comarca dónde está?

-El zoológico siempre ha estado en el mismo lugar, con los mismos monos de rabo poncho, las cebras de rayas azules, las garzas calvas, las águilas con peluca y los loros mutis mutis. Pero ninguno de ellos come nada pues son robotizados.

La Pulga Siniestra no lo podía creer. El futuro del hombre estaba lleno de mucha tristeza. Ya el hombre había olvidado que su mejor amigo era el perro. El siempre te esperaba y salía a tu encuentro moviendo su cola y lamiéndote y llenándote de saliva por todos lados. Los loros repitiendo todo lo que uno dice y silbando a jóvenes y viejitas. Los monos brincando de rama en rama y llenando de gracia y vida los zoológicos. Algo había que hacer.
La Pulga Siniestra le preguntó al señor:

-¿Dónde vive Usted?

-Allá, cerca del arroyo.

-¿Qué haría usted si tuviera la posibilidad de tener nuevamente animales vivos en la comarca?

-Lo primero que haría sería llamar a todos los niños y formaría con ellos un escuadrón de exploradores de la vida silvestre. Iría a las escuelas a hablar con los niños y los padres y les pediría ayuda para cuidarlos. Hablaría con el Alcalde y con los duendes para hacer leyes mágicas de amor hacia la naturaleza y… Pero eso es solo ilusión…. Ya no es posible

Una lágrima rodó por la mejilla de aquel hombre. La Pulga Siniestra le dijo:
Tranquilo pronto las cosas serán mejores.
La Pulga Siniestra se despidió y regresó a su vieja casa, se subió al sillón de partículas energizantes, colocó el reloj a su posición original, se puso los lentes, ajustó su cinturón y movió la palanca hacia atrás, y envuelto en una nube de humo llegó nuevamente a la comarca.
Se fue hasta el arroyo a buscar a Panchito, el cuidador del zoológico, y le pidió una pareja de cada animal.

-¿Para qué quieres una pareja de cada animal Pulga? ¿Acaso eres la reencarnación de Noé?

-Vamos, ayúdame y verás que un retatara nieto tuyo será muy feliz y hará feliz a muchísima gente.

Era muy difícil dudar de las palabras de La Pulga Siniestra, el siempre decía la verdad, sin embargo Panchito creía que la pobre Pulga se le había aflojado una tuerca. Aún así accedió y reunió los animales.
La Pulga Siniestra le dijo a Panchito:

-Voy a traer algo, ponte una ropa bonita, que vas a venir conmigo.

-¿A dónde?

-Es una sorpresa.

Al poco rato apareció La Pulga Siniestra con un sillón extraño de doble compartimiento. Montó a Panchito en uno y él en otro. Apuntó su pistola de reductibilidad infrarroja para caso de mudanzas extremas a los animales que viajarían con ellos y envueltos en un zumbido y una nube de humo, llegaron a la comarca año 3.753.
Panchito estaba asombrado, no podía creer lo que estaba viendo. Era el mismo arroyo, la misma casa pero otro la habitaba. Miró a La Pulga Siniestra y…

-Tranquilo ya entenderás. ¡Hola señor!, le traigo algo y quisiera que me ayude.
-Bien, ¿Qué trajo?

La Pulga Siniestra apuntó su pistola reductora y la cambió a posición “Normal”, apretó el gatillo y…

-¡Pero si es un perro de orejas pandas! ¡Un gato cantador! ¡Un pájaro maullador!....Un…Un….Un…

Durante mucho rato aquel hombre estuvo contando y viendo extasiado todos aquellos animales.

-He traído todos estos animales con mi amigo Panchito, para que los cuides y garantices a los pobladores de la comarca que siempre habrán animales…

-¿Panchito? Mi mamá me contaba cuando era niño nosotros tuvimos un retatara abuelo con ese nombre. En honor a él y porque antiguamente era el cuidador del zoológico de la comarca mi mamá me puso su nombre.

Panchito no hallaba que decir, las emociones eran muchas, tan solo sonrió.

-Gracias por los animalitos, ahora, a los más peligrosos, los voy a acomodar en las jaulas del antiguo zoológico y al resto los dejaré andar libres para que la gente los vea y los toque.

Y cuenta la historia que pasaron muchos años y La Pulga Siniestra siguió viajando en el tiempo y hacia el futuro y que por mas lejos que fue, jamás volvieron a faltar animales en la vida del hombre.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado, pasó por un zapatito roto y la próxima semana te cuento oto.

Recuerda: “Todos los niños son buenos y siempre cuidan y protegen a los animales y la naturaleza” ¿Formarías tú un grupo conservacionista con tus amiguitos?


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